En realidad pensaba escribir algo que no esté relacionado con la política, pero es imposible. Hace unos días que no publico nada, y si bien sé que no tengo el mismo caudal de lectores que Verbitsky o Wainfeld de Página 12, algún que otro curioso se que asiduamente a ver que hay por estos pagos cibernéticos.
También tiene que ver que mi militancia no es virtual sino que también se plasma en la vida real, por llamarlo de alguna manera. Y no es cualquier cosa. Afortunadamente lo hago en la universidad, y eso tiene cuestiones interesantes. Porque, no es cualquier territorio.
No es cualquier territorio. Sobre todo porque es la UBA y más que nada la facultad de sociales, donde siempre a imperado la izquierda, el troskismo y ahora la izquierda independiente, siempre tan reacias al peronismo.
Opera como una isla. Como una isla flotante en el medio de la nada, con una conducción del centro de estudiantes que pregona la autonomía de no se sabe bien qué, porque no se sabe si es del gobierno nacional, de la gestión de la facultad o de la ley de la gravedad. Tiene una lógica complicada, a veces difícil de captar.
Ante las elecciones el electorado es muy difuso, a muchos estudiantes no les interesa la política y a otros sí; algunos saben que votan, a quien y por qué, otros detestan los afiches, los volantes, las plataformas polítcas y no tienen ni idea de nada: ni lo que es el Centro de Estudiantes, las Juntas de Carrera o el Consejo Directivo. Algunas agrupaciones tienen más presencia que otras; militan más, se muestran más, hacen más cosas por los estudiantes. Otras no tanto, o incluso aparecen en la tele mintiendo e intentando difamar a otras!
La semana de elecciones es muy intensa. Demasiado. Todo el día metido ahí adentro, uno paraliza su vida para dedicársela por completo. Se cursa lo mínimo e indispensable así como también se labura lo justo y necesario como para que no nos rajen. Recorrer los pasillos de la facultad como durante todo el año, pero ahora con la diferencia de que todas las agrupaciones traen a todos sus militantes (esos que en todo el año no aparecieron) y también con militantes que no son de universidad. Hay que tratar de coptar votos.
Acoso electoral. Una locura. Un estudiante, y a veces más de cinco militantes avasallándolo con chicanas políticas la mayor cantidad de veces hacia el otro militante que también trata de persuadir, y sólo algunos con propuestas concretas. Todo eso a metros de la urna. Complicado salir de esa vorágine porque si no perdes a los posibles votantes. Pero bueno, no pensaba hacer un racconto de eso, sino de la burbuja que representa. Entendí realmente como algunos posmodernos (del troskismo ni hablar) que caminan la universidad desconocen un montón de cosas que pasan afuera, porque realmente funciona como una burbuja. Se puede hundir un continente y jamás se enteran.
De esa misma manera, cómo desconocer toda la política proveniente del Gobierno Nacional. Cómo se desconoce el aumento del PBI para la educación del 2 al 6.47% y como de esa cifra el 1.2% va para universidades, entre junto con las 10 nuevas que se han abierto, está incluída la UBA. O quizás como puede ganar en la carrera de Comunicación Social actores políticos que se encuentran en una posición en contra a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
No obstante fue tema en todos los diarios de tirada nacional. Algunos informaron bien, otros mintieron. Algunos le dieron con un palo a determinadas organizaciones kirchneristas otras realzaron el triunfo en el Consejo Directivo de Sociales...en fin. Mucha tela para cortar, pero creo que las condiciones para que la universidad deje de ser el territorio que es hoy, ajeno a esta coyuntura política por la que pasamos. El tren de la historia acaba de parar en la estación en la que estamos esperando. Tenemos que subirnos.
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