martes, 16 de junio de 2015

A 60 años del bombardeo en Plaza de Mayo

Hoy se cumplen 60 años del bombardeo de la autoproclamada "Revolución Libertadora" que terminó con la vida de cientos de personas. De tipos como vos, como yo, como cualquiera. Hoy ya no pueden con bombas, entonces buscan nuevas alternativas. Un pequeño repaso por uno de los acontecimientos más tristes y nefastos de toda nuestra historia.

Es para escribir mucho, o quizás no. En una Argentina compleja, hoy por hoy se discuten los atentados de la Embajada de Israel y la AMIA como los atentados más grandes que existieron en nuestra historia reciente.
Me animo a opinar, como  periodista, como estudiante de Ciencias de la Comunicación, como militante político, que sin dudas el bombardeo en la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955 que desencadenó el golpe de estado de la luego proclamada "Revolución Libertadora" fue el más violento y cruento de nuestra historia.

Corría el mediodía, se preveía un desfile aéreo entonces la gente de a pie no vio "raro" que aparezcan algunos aviones sobrevolando la plaza. El problema es que no discriminaron: con tal de llevar adelante un magnicidio, mataron jóvenes, viejos, niños, mujeres, hombres. No importaba si eran peronistas o no. Las balas disparadas por las metralletas, las bombas que se dejaban caer de los aviones no preguntaron tampoco. Ese era el objetivo: matar a Perón. Lisa y llanamente. Nada de cosas mesuradas. Matar a Perón. Matar a Perón y a todo lo que estaba con él. Dieciocho años de proscripción, mirá si no es poco lo que costó. 




Nunca se supieron las cirfras exactas. Según un trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos, cuando Eduardo Duhalde (el bueno) estaba al frente, arrojó la cifra de 308. Importa, pero da igual si tan solo hubiese sido uno, doscientos o cuarenta mil. De allí surgen unos cuantos interrogantes si nos trasladamos a nuestros días. Cuando algunos tantos se rasgan las vestiduras hablando de que no hay libertad de expresión, que vivimos en una dictadura, que es insostenible la vida en el país desde que está el kirchnerismo en el gobierno. Desafortunadamente no deben haber perdido a ningún familiar, a ningún ser querido, a ningún compañero. Tampoco los han perseguido a ellos. No se han tenido que callar. No se han tenido que ocultar. No han tenido que dejar de ser quienes son para que no los secuestren, torturen y/o maten. Evidentemente no.

Y evidentemente sí, ahora las libertades son extremadamente amplias. Sí, muy amplias, casi absolutas. Vivimos en democracia. Vivimos en un país donde hasta Miguel del Sel puede presentarse y obtener el 30% de los votos en una elección para gobernador provincial. Es fantánstico. Quizás algún día encontremos algún sistema superior a la democracia, o quizás algún día el ser humano llegue a un plano de evolución superior en el que no haya necesidad de votar. Lo dudo mucho, justamente una de las partes más divertidas de la política es el juego al que la democracia nos somete cada dos años. Pero es eso: hay libertades. No te fusilan por pensar distinto.

No obstante, como dijo la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el día de ayer, las cosas cambiaron. "Hoy las armas ya no son dispositivos militares, porque no pueden o no sirven". Ahora los intentos golpistas son a través de "bases mediáticas o judiciales que han mutado los instrumentos de ataque a los intereses populares". Es la intervención económica, son las corridas bancarias, son los fondos buitres. Y están ahí, a la vuelta de la esquina. Y sabés que, no hay que darles la espalda. Porque si les das la espalda o peor, si arreglas y te los sentás al lado, los que terminan pagando sos vos, tus hijos y los hijos de tus hijos. Pero por sobre todas las personas, los que menos tienen. Esos, que son los que siempre pagan los platos rotos.

Martín Ciraolo

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