martes, 25 de agosto de 2015

La salida fácil


Es increíble como ante cada opereta se escucha decir "estoy cansado", "ya cansan", "nunca se cansan", entre otras. Podemos analizar las elecciones del pasado domingo en la provincia de Tucumán de varias maneras, pero vayamos a lo más sencillo, a lo más raso, a lo más simple.

La salida fácil. Siempre es fácil: cuando uno gana está todo bien y no se dice nada... como en la cancha. No importa si jugaste mal, si hiciste un gol en "orsai", con la mano, sobre la hora pasando el tiempo adicional, no importa. Pocos son los moralistas que analizan el nivel del volumen del juego. Acá no hay análisis pertinente en ese sentido porque el partido vendría a ser la campaña y ya quedó atrás: el domingo solo hay que remitirse a contar los votos. No obstante, el problema pasa cuando perdemos: siempre le echamos la culpa al árbitro o a la lluvia, o al terreno de juego. Si nos cobran una multa, el policía es un ortiva vigilante y no importa si yo venía a 90 km/h por el pasaje Euclides. No, la culpa es ajena. 

Pues bien, aquí fue muy clara la victoria del FPV. Más de diez puntos de diferencia, catorces casi quince. Podremos renunciar irregularidades, claro que sí. Podemos solicitar que se abran todas las urnas. Por supuesto que sí. Pero denunciar fraude ante semejante diferencia... es poco serio. Ya desde las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias presidenciales que la oposición comenzó a instalar la posibilidad del fraude. ¿Acaso para que cada fuerza cuenta con fiscales propios? Es cierto, y aquí a colación viene la discusión sobre el voto electrónico o la boleta única por sobre el tradicional sistema con el que contamos ahora, pero esa es otra discusión. Sigamos en la línea del fraude: el propio Mauricio Macri fue quien empezó a instalar el tema, inclusive recurriendo a la justicia para que le autorizaran "mudarse" a los fiscales y que cualquier persona sin domicilio en un distrito pudiera fiscalizar igual, lo que detenta la falta de estructura que tiene el PRO y que le es más fácil contratar a 50.000 tipos con domicilio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires antes que conseguirlos directamente en los distritos. Pero como sabían que no les alcanzaba para derrotar al Frente para la Victoria, imaginamos que el amo, señor y gurú electoral Durán Barba habrá aconsejado la salida más facil: denunciar fraude.


Siempre fue igual: el que gana conduce y el que pierde denuncia fraude. Acá el problema es que generan odio. Lo que se vio anoche en la capital de la provincia fue de terror. La denuncia profundiza el odio abrumador sobre el FPV y la oposición copa la plaza. El candidato de la Unión Democrática del siglo XXI, José Cano, proveniente de la UCR -vendida a la derecha neoliberal a cambio de un ministerio y una embajada para Carrió ante un eventual triunfo en octubre- ratifica su denuncia de fraude pero asegura que "es probable que haya ganado Manzur". Son impresentables. Y eso genera odio. Tiran la piedra, esconden la mano, y los sectores ferreamente anti-kirchneristas recojen el pañuelo y salen a la plaza. Salen a gritar que se vaya el peronismo. 

Y Alperovich se equivoca. O quien haya dado la orden. No estar de acuerdo no implica mandar a la policía a reprimir. Ya lo dijo hoy bien temprano Aníbal Fernández. Este es un gobierno que siempre se caracterizó por no reprimir las manifestaciones sociales, políticas, culturales. Eso no hizo más que darle de comer al lorito la papa en la boca. No obstante, más allá de que las urnas hay que abrirlas, el resultado es inobjetable y el comunicado del PJ, muy blando para mi paladar. Solo el pueblo salvará al pueblo.

Martín Ciraolo.-


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