El Presidente de la Nación finalmente concluye sus vacaciones. No vamos a detenernos en el hecho que el litoral argentino está inundado como nunca antes en la historia, que le están por poner límites a las paritarias, que se ha hecho una gran transferencia de recursos desde los sectores más pudientes de nuestra república hacia los laburantes, que el INDEC no arroja ningún dato estadístico sobre pobreza, inflaciòn o cualquier otro índice que le reclamábamos a la gestión anterior, que se esta yendo contra la constitución nacional en el momento en que se intentó poner por decreto a dos ministros de la suprema corte de justicia, que se intervino la AFSCA y la AFTIC, que van a terminar con los subsidios a los servicios públicos... eso lo vamos a dejar para otro momento.
Durante nuestra habitual recorrida por los medios de comunicación nos encontramos con una interesantísima nota de Clarín donde nos informan que el primer mandatario dio un discurso ante los vecinos del country donde vacacionó. Allí dijo algunas cosas, nosotros nos vamos a quedar solo con un párrafo.
Un párrafo que dice nada y dice mucho a la vez. Esto recién empieza. La revolución de la alegría, el amor el compromiso va a estar en pos de beneficiar a unos pocos sectores de la sociedad. Y eso queremos al fin. Una Argentina chica, concentrada. Un estado débil, o fuerte pero en virtud de favorecer a los sectores más concentrados de la economía.
Y con el amor no alcanza. Sin meternos en la discusión de si de verdad tienen amor por la patria y por nuestro pueblo, sin ingresar en materia de confianza sí o no por parte de algunos actores de nuestra sociedad -entiéndase empresarios, ganaderos, industriales, entre otros-. No alcanza. No se puede vivir del amor, las deudas no se pueden pagar con amor. ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?
Acá pareciese querer extirpar toda la épica kirchnerista construida sobre los símbolos patrios, el amor a nuestra tierra, a la nueva concepción del ser nacional como es: defendiendo lo propio. Pero todo lo propio. Viejas definiciones, esas que inclusive aprendimos en la escuela, lo nacional era el campo, eran los gauchos, era comer locro, y a duras penas reconocíamos el uniforme de un granadero. Patriota eran San Martín y Belgrano. Nada más.
El período kirchnerista se encargó de recuperar esos conceptos -según nuestra óptica- o más neutralmente podríamos decir "construyó" un nuevo imaginario sobre ese punto. Nos dimos cuenta que los avances producidos por científicos eran un acto patriótico, que recuperar la soberanía con YPF, AySA, el Correo Argentino, Aerolíneas Argentinas era patriótico y que hasta ver gratis los goles de la selección de fútbol era acontecimiento patriótico. Y así muchas instancias.
Hoy parece como si volviéramos a lo anterior. Ni siquiera es volver a los 90'. Es más atrás: podría ser el 55, bien podría ser 1930. Ese es el modelo para armar, lo que hay que ver es como encajan las piezas para poder llevarlo a la práctica, teniendo en cuenta que en frente, no hay un pueblo dormido como en épocas anteriores.
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