Un día A estaba cansado de tanta rutina y decidió aceptar una invitación de B a un evento. En ese lugar, A se sintió muy a gusto y sin evitar pensar en su pasado con B, intentó abrirse camino. Allí conoció letras; muchas. Dentro de ese gran círculo de letras con las que se topó, una de ellas le llamó mucho la atención: C. C era una letra muy agraciada, con buen carácter y predisposición, además de muy simpática y de portar consigo una hermosura poco común –por lo menos así se mostraba-. No obstante, C no le daba muchas señales a A, de manera que A tuvo que salir hacia otros horizontes.
La ensalada de letras cada vez iba sumando más fichitas: D y E se transformaron en fieles aliados de A y juntos se embarcaron en un tren que atravesó miles de aventuras. F coqueteaba con A mientras se iba por detrás de bambalinas con D, y E se reía de ambas situaciones. Mientras, aparecía G que intimidada por E tuvo un historial con D. Sin conocer este movimiento de piezas, A quedó obnubilado por E. Se puso el overol y comenzó a trabajar. G prestó muy buena predisposición hacia A, pero no salió de la charla, porque de costado se codeaba con un nuevo personaje: H.
D comenzó a atravesar nuevos caminos y a encontrar nuevos ingredientes; así trajo a la mezcolanza de letras a I, O, U que fieles a su condición de vocales se repiten muchas veces entre las palabras de muchos. E seguía en su política de incorporar letras, pero para conformar palabras tenía en cuenta por demás los acentos: discriminaba bastante en el sentido de con quien estrechar lazos. A ese tren se sumaron J, K y L, pero K no fue de mucha estadía porque en una aleación con M, desapareció del mapa. A ese malón parecía sumársele tres consonantes más: N, Ñ, P y Q. Pero solo fue provisorio, porque N conoció a I y como buena vocal que es, supo alejarlo del comando aventurero.
Las letras seguían integrándose, parecía el fiel juego “Cruzadas”. A en la oscuridad de chocó con R, que tiene mucha química con la primera letra del alfabeto y comenzó a merodear su frontera. P quiso ayudar a A en esa empresa y despistó sus aproximaciones. A en vistas de aliarse con S se metía en líos, porque la patrulla de R interfería en sus planes. Sin embargo más allá que se encontró con la vigésima letra del abecedario, S se cruzó con H delante de sus narices. A no entendía nada. Más despistado se quedó cuando se enteró que G era pariente de R y muy cercana a I y F, siendo F muy allegada a A, mucho menos cuando T –vecino de A- fue a tomar el té a la casa de M; D buscaba refugio con Z, W, y Q y lo conseguía. A pensaba que E se iba a quedar solo, pero tenía dos puertas que abrir: V e Y, pero Y llegaba a tierras ajenas con X, que no dejaba de mirar los movimientos de A. C comenzó a aproximarse a A, pero cuando A hizo la lectura correcta del caso, un cucharón llegó desde el cielo y empezó a remover la ensalada, convirtiéndola en sopa de letras.
Foto: http://choloani.inaoep.mx/~astrokids/DreamHC/Nivel/sopa_letras.jpg
*Nota del autor: Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Si es de su agrado, cambie las letras por nombres propios, así como puede hacerlo en la canción "Sobrinos" de Árbol -inspirado en esa canción-
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