sábado, 22 de octubre de 2011

El cuarto oscuro

- Pase por allí - le dice el presidente de mesa a Carlos. Y Carlos se dirige hacia el aula de 4º B que oficia de cuarto oscuro. Es la primera vez de Carlitos, que emoción.


Pero claro, el cuarto oscuro: ese sitio que guarda todas las boletas que representan los proyectos políticos de los candidatos que se presentan en las elecciones. Iguamente, ¿Cuarto oscuro? Carlos ve una puerta; la puerta de un aula. ¿Y que habrá adentro? ¿de verdad hay solo boletas? ¿por que hay luz si adentro se supone que es el cuarto oscuro? 

Carlos abrió la puerta y entró. Despacito, chiquitito. Paso a paso, un poco dubitativo. Es que tantas barbaridades escuchó por la televisión decir, y tanto eco retumbó en algunas almas que caminan las calles de la capital que cierta sensación de miedo le recorren las tripas. 

Sin embargo, al cruzar esa puerta, un mundo nuevo se abrió. Y se dio cuenta que tiene que participar. Que hay que participar a través del voto para poder transformar la realidad. Que no quede en las palabras solamente. Cerró la puerta, y el aula se llenó de luz. Se llenó de claridad. Y sobre una pequeña brisa que corrió por detrás de su cabeza, unas palabras de su abuelo le llegaron a la memoria. Tanta gente luchó y dejó su vida para que hoy él, Carlitos y los 40.000.000 de argentinos puedan entrar a un colegio, a un cuarto oscuro a votar bajo el marco de la democracia en la que los ciudadanos pueden elegir a sus gobernantes, no tiene precio. 

La boleta ingresó al sobre y el sobre se cerró. Despacito, suavemente, el debutante insertó el sobre en la urna y cumplió con su deber cívico, mientras otros tantos seguían haciendo la fila para votar al igual que Carlitos. Tantas historias de éstas se repiten cada dos años, afortunadamente.

Respetemos nuestra historia, nuestra idiosincrasia. Votemos con conciencia! Viva la democracia! Viva la Patria!

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