domingo, 22 de febrero de 2009

Gira "Maaamadera" 09'-Algun Q-lo...(Vacas/Gira Pampa-Andando) XI


** Capítulo XI: Volcar **


La tarde comenzaba a irse, y esas pequeñas nubes que estaban sobre nuestras cabezas iban oscureciéndose a medida que la tierra continuaba con su movimiento de rotación, y el sol dejaba de alumbrar y volcar calor a la costa atlántica; el viento se hacía notar, la arena se pegaba sobre los pies cubriéndolos cual milanesas que no comíamos hacía un tiempo bastante pronunciado...la tarde se iba. De todas maneras, dejando de lado el clima, dejamos la playa para ir a guardar las cosas al "Pampa Móvil" luego de una jornada playera a plena música. Volcamos los instrumentos en el baúl y nos repartimos quiénes viajarían a bordo del Fiat Uno y cuáles tendrían que ser los individuos que tendrían que esperar el Zona Sur.

Con Rafa, Tavo y Facu fuimos a esperar el bondi. Esas esperas siempre eran largas, y eran los momentos para charlar sobre la vida, de hacer balances de cómo venían las cosas o simplemente planear cosas para la noche: a donde salir, si había astucias a la vista, qué comer, quién cocina, quien se baña primero... Luego de escuchar la estrategia de Rafa para la noche y llegar a la conclusión de que otra vez iríamos a ver a Pampa Yakuza (la mayoría) y otros irían a bailar al Eterno -o quizás solamente a tomar algo, o en otras circunstancias a regalarle rosas a las chicas- el colectivo nos depositó en Aguas Verdes.

La noche estaba calma; estaba fresco, pero se podía comer afuera perfectamente. Mientras me bañaba y acomodaba mis ideas, pensaba en qué hacer de comer. ¿Cuántas variantes tenemos? Clarísimo: arroz o fideos. Y no me vengan con hacer una de Karlos Arguiñano, una salsita tranqui...palo y a la bolsa. Luego de esa fugaz ducha de unos tres minutos cuarenta y cinco segundos (aproximadamente), ni bien me cambié sonó pequeña y disminuídamente la melodía de la aparición de un mensaje de texo en la bandeja de entrada de mi celular.

"Tincho, ¿Se suspendió Pampa?" preguntaba Érica y demás yakuzeras de Padua. Recién salía del baño, no tenía ni idea. Pero sí, así era; el show en The Moon, frente a la plaza de San Bernardo había sido cancelado por motivos ajenos a ambas bandas, incluyendo la performance de nuestros amigos de La Josefita Rock.

Por ende, había que volcar los planes anteriores y ver qué se hacía ese Martes 27. Un descanso de Pampa nos venía bien, porque era excusa para salir y disfrutar un poco de otras cosas, de otros lugares, de otras gentes. El cubilete se agitó rápido y los dados fueron volcados sobre la mesa...la jugada se presentó sola: las chicas de Padua nos invitaban nuevamente a su morada a tomar algo y después solo el destino tenía la respuesta de dónde terminaría cada uno.

Con el problema resuelto, me fui al patio a fumar un pucho y a caminar un poco (si...no puedo poner "a respirar aire puro", porque si estoy fumando, resultaría un tanto contradictorio). Recorrí el perímetro de la casa; inhalaba el humo del marlboro, pensaba simultáneamente con mis ojos contemplando el firmamento...y justo en un momento en el que detuve mi vista sobre la constelación de Orión, El cazador mi teléfono celular hizo ese pequeño y molesto ruido de que había llegado un mensaje de texto.

Sí, ya sabía de quien era. Pese a que podían haber posibilidades de recibir un mensaje desde Mar de Ajó, que bien podría haber sido de Anita o de Lauchis, o de algún amigo o amiga que estuviese en Capital para saber como andaba, no podía ser otra persona que Macarena.

"Gordo, llego mañana a las 7" decía telegráficamente. Ya habíamos quedado en que la iba a ir a buscar a la terminal, porque para Gesell (a la casa de Gabita -recordemos para los olvidadizos, que estuvo la primer semana en Aguas Verdes) iba a ir a la noche. Contesté afirmativamente que iba a estar presente al día siguiente a esa hora, terminé el cigarro y me puse la pilcha de cocinero. No obstante, esa palaba "gordo" me perturbó. En realidad no se si el término esta bien aplicado, pero sí desacomodó mis pensamientos, dadas las circunstancias de mis sentimientos. En definitiva, el humor me había cambiado.

-Hago unos fideitos con salsa, ¿dale?- tiré al aire.
- Mejor usa de las salsitas knorr -dijo Galvan.
- ¿Por que no te haces unos patys Tincho?- dijo Facu. No me parecía errado volcar esos sobrecitos knorr a los fideos reemplazando la función que podía llegar a cumplir la manteca e ingerir algo de carne vacuna, así recuperar fuerzas con algo de proteínas.

- Bueno, hago los fideos y un paty para cada uno- dije.
- Eh, ¡que te pasa! ¡Hacé dos patys para cada uno! ¡Tenemos hambre!- me dice el Negro Gonza. Sin dudas, no fue dicho con ánimos de ofender, pero fue una órden. Mi cabeza estaba trabajando en otras cosas, y mi genio no tolera recibir órdenes de gente que, ante las tareas que hay que hacer en un hogar, esté sentada cómodamente tomando un fernet. La temperatura corporal comenzó a elevarse... me di vuelta y lo miré con furia prácticamente.

- Tomá, vení a cocinar vos si querés comer dos patys - exclamé, arrojándole el cuchillo y el tenedor que tenía en mis manos.

Lograron tranquilizarme y seguí con la comida. Las hamburguesas ya estaban, faltaban los fideos que al ser dos paquetes, tardaban más. La mesa la puso el Colo, que fue el único que se solidarizó y comprendió mi estado emocional. Yo estaba alterado, pero los fideos ya listos. Voy a tomar la olla por los extremos, cubriendo mis manos con dos repasadores. El sostén de la parte superior se zafó, se corrío la tapa y los fideos uno por uno fueron volcados sobre la pileta...


// Continuará...


Nota al pie:

- La foto no se corresponde con aquella noche, pero es la única que muesta la mesa afuera de la casa.

- Cualquier similitud con la realidad...es mera coincidencia. Sin ánimos de ofender...

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