sábado, 21 de febrero de 2009

Lluvia


"Las tormentas: ¿te gustan o te asustan?" dicen esas cadenas de mails que suelen circular por la net. ¡Qué buena pregunta, Mario! Qué lindo es caminar bajo la lluvia, ¿no?

Casualmente, hace apenas un rato, salimos de La Trastienda con Valentín (aquel personaje que, si pudieron seguir la secuencia de la gira que estoy comentando en forma novelística, lo mencioné como administrador y creador de bersuiteros.com) Vicky -su novia- y Brenda, de ver "Mueva la patria!" (excelente, la recomiendo) y fuimos para el mítico Guebara Bar en San Telmo. La lluvia asomaba desde la tarde y ya comenzaba a desatar su furia.

Luego de unos tragos, cada uno enfiló para su hogar. Acompañé a Bren a tomar el 100 y la lluvia cada vez era más intensa; el caudal de agua iba en aumento y esas gotas caían cada vez con más fuerza. Días duros de calor, con mucha humedad...ese clima pesado que te hace transpirar horrores (y más para gente que tiene que caminar la calle a diario) solicitaban lluvia para aliviar ese calvario y que disminuyera la temperatura. El descenso fue pronunciado y más para mí que andaba caminando bajo el torrencial.

Me encanta caminar bajo la lluvia, meterme en cada uno de esos charcos que aparecen cada dos metros en las veredas y los que se producen en el asfalto. Tal y como hacía cuando solía jugar al futbol en Nueva Chicago o en Atlanta: los días de lluvia pasaba por todos los charcos habidos y por haber; me embarraba a propósito, por más que yo fuese quien tuviese que limpiar, lustrar y sacarle brillo a los botines para el próximo partido o entrenamiento. Lo disfrutaba. Quizás también ir caminando de la mano bajo la lluvia con alguien que uno quiere; a los gritos con los amigos, hacer un asado -por más dificil que sea la empresa- o lo que sea. La lluvia me gusta, me resulta sana, es naturaleza.

Pero he aquí un pequeño gran problema.
- Eh amigo, ¿me convidas un cigarro?- me dice un señor que se encontraba sentado sobre las escaleras de la UADE. El tipo vivía en la calle, o mejor dicho...no tenía un lugar donde vivir. No podía hacer nada por él en ese momento, más que dárselo. ¿Cuál iba a ser el resultado? Yo podría llegar a paliar un poco su situación, pero dándole algo que hace mal a la salud. Sin embargo, no importa el cigarrillo en sí, porque podía haber sido una moneda, un sanguche, una bebida. ¿Podría ser un escape a la realidad que estaba viviendo ese señor? ¿Iba a ser positivo?

"Puede aliviar pero nunca sanar" dice la canción "El Olvidado" de Ska-p. De hecho, así lo es. Me acerqué, le di el cigarrillo y, posteriormente, le pasé el encendedor.

No podía prender el cigarrillo. Temblaba. Temblaba de frío, cual enfermo de Mal de Parkinson. No podía consigo mismo. Y ahí pensé, me detuve y le dije a Brenda que todavía caminaba a mi derecha que siempre me encantó la lluvia pero porque siempre supe que tenía donde ir a cambiarme, donde ir a bañarme, donde ir a dormir o donde tomarme un te bien caliente para evitar cualquier enfermedad. ¿Entonces de qué estamos hablando? ¿De qué nos quejamos cuando nos quejamos si es que tenemos la mayoría de las necesidades básicas cubiertas? ¿Por qué nos hacemos problemas cuando realmente existen personas que están en otro tipo de situaciones? Los problemas de la gente crecen o se convierten en más pequeños e insignificantes de acuerdo a su nivel económico y social, y para lo que a uno algo le resulta sano, como salir a chapotear en el agua, puede ser tan cruel y duro como que el frío, el viento, el agua, arruinen lo poco que quizas puedas llegar a tener. ¿Te gustan o te asustan al final?


Notas al pie:
a) La foto es de www.wikier.org/fotos/d/286-3/lluvia.jpg
b) Era hora de hacer un corte a "Maamadera", así generamos un poco de expectavia (jo jo) y le damos al blog ese tinte de "Un espacio para levantar la cabeza y jugar con criterio...sin revolearla"
c) Sinceramente, cuando volvía en el colectivo para casa me imaginé este texto de otra forma. No me gustó como quedó, pero decido publicarlo de todas maneras
d) Generalmente cuando me encuentro en situaciones problemáticas, recaigo en un hecho puntual que me sucedió hace un tiempo atrás, a bordo del tren Roca. En uno de mis tantos viajes de laburo, una señora se sentó en un asiento en diagonal a mí. La mina venía llorando. En el momento no supe si era para llamar la atención o si se sentía mal en serio. Entonces entré en la duda. En la disyuntiva de acercarme y darle un pañuelo o quedarme indiferente ahí. No se por qué, pero me puse nervioso y como siempre para las cosas necesito un empujón, tardé en decidirme a ayudarla. Justo en el momento en que que decido actuar, la mujer se levantó y se bajó en la estación de Lanus. Después de eso me sentí tan mal: se me cruzó: "no puedo ser tan mal tipo". Me sentí mal conmigo mismo. Pero por otro lado reflexioné…¿de qué me estoy quejando? De que me fue mal en un parcial, que a mi equipo de fútbol no le va bien, que la mina que me gusta no me da pelota, etc, etc, etc. Tengo un techo donde pasar la noche, no me falta la comida ningún día, tengo familia, a veces (o siempre) no valoramos ni un poco lo que tenemos, como siempre le damos su real importancia cuando ya no lo tenemos.

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