¿De que hablamos cuando hablamos? ¿Qué dicen los políticos? ¿Qué dice Macri que no diga Filmus? El discurso de ambos candidatos es diferente y la repercusión en los medios de comunicación juega un papel preponderante.
OPINIóN
Martín Ciraolo
Vacío. Vacío hasta cierto punto. ¿Vacío de qué? El discurso de campaña de Macri se encuentra vacío de política y pretende posicionarse como vacío de ideología, cuando si la tiene (y bien de derecha). ¿Cómo puede ser que el discurso de un político candidato a un cargo ejecutivo de una de las ciudadaes más importantes del país no hable de política? ¿Acaso el discurso de Filmus si lo tiene?
Si empezamos a urgar en el pasado, las elecciones del 2007 el PRO cambió la estrategia que había utilizado las elecciones anteriores en las que había perdido con Ibarra. Macri no habló, no dijo nada. Ganó las elecciones porteñas sin decir nada, igual que como lo haría Michetti dos años después en las legislativas. Dejó que hablaran los demás, y mucha gente compró. Esa gente que entra en el punto 13 del listado que elaboró Santiago Varela publicado hoy en página 12: "Los que dicen que están aburridos de ideologismos, intelectualismos, academisismos y otros ismos similares."
Refugiado en el corazón de la concentración de medios, allí donde por ejemplo, pocas horas atrás se intentó meter en la discusión a Miguel Del Sel (PRO) entre Bonfatti (Frente Progresista, Cívico y Social -Binner-) y Agustín Rossi (FPV) por la gobernación de Santa Fe. Ese lugar les es cómodo a estos tipos: se sienten protegidos; no se les preguntará cosas que no sepan o más bien no se les repreguntará. No obstante para el 2007 Mauri fue a debatir, pero la tenía más fácil. Más fácil porque él no era oficialismo y no tenía que avalar sus promesas futuras con esa "capacidad de gestión" que por el momento pregonaba.
Pero era su refugio. Hoy parece raro escuchar una versión indignada de Gus Sylvestre que habla de "manipulación política" de los dichos de Fito, cuando hace poco estaba sentado a la derecha de Marcelo Bonelli en "A dos Voces". Sin embargo el tipo se fue de ahí, y de repente su programa se transformó en un lugar más neutral y por sobre todas las cosas más creíble; de hecho el "primer debate" al que Mauricio no fue, se dio en la pantalla de América.
Esta vuelta también hubo debate. Las condiciones eran más claras, más limpias, más transparentes. Ir a debatir a la Universidad de Buenos Aires con todos los candidatos para confrontar allí todas las ideas. Y fueron todos, menos uno. ¿No influye en la gente que no se haya presentado? Parece que no.
Ahora sale en Telefé en línea con Filmus diciendo que van a debatir, que hay que hacer un sorteo para elegir el canal. Ver para creer. Si Macri no debatió en primera vuelta, menos lo va a hacer en la segunda. ¿Va a ser capaz de arriesgarse a confrontar contra un tipo más preparado? El debate que se hizo en TN entre los principales candidatos a gobernador de Santa Fé fue un claro ejemplo. Miguel del Sel, actor cómico devenido en político -¿no sería algo parecido, salvando las distancias, a la "estetización de la política" de Walter Benjamin?- quedó en off side extravagantemente luego de que Rossi lo apurara con datos certeros, sugiriéndole sobre el cierre que se informe y no solamente se aprenda las "tres o cuatro cositas que le dicen para que repita como un loro". Sin embargo, como ayer lo indicó un informe de 678, Rossi tuvo problemas técnicos y quedó un largo rato fuera de la contienda (quiero creer que no fue intencional).
Así y todo, Macri no va a debatir. No le coviene, nunca le convino. Porque tendría que enfrentarse con la realidad de que en 4 años manejó el tercer presupuesto del país. ¿Cómo puede ser que con la recaudación histórica que tuvo la ciudad no haya hecho nada con la "cosa pública"? La respuesta es que no solo no le interesa sino que quiere acabar con ella. Si no no se explica como habiendo prometido 10 km. de subte por año solo pudo llevar a cabo 450 metros. No se puede explicar como abandonó el proyecto del hospital de Lugano. No se entiende como inauguró 2 escuelas de las 20 que prometió construir. Pero es su forma de hacer política: la subejecución. Los medios hegemónicos lo protegen, lo inmunizan; no hablan del tema. Lo que extraña es que esa porción de gente que lo votó alegando su capacidad gestora de empresario siga justificando su inacción, su inoperancia, su falta de capacidad que se enmarcó en sus espaldas de empresario. O quizás si, porque negocios nunca dejó de hacer.
Quizás sea hora de darle vuelta al timón. De elevar el tono de voz. De salir a convencer a todo el mundo de quién es el capacitado. De conmover al otro, de movilizar. De venderle a ese electorado porteño las promesas de campaña de otra manera. De explicarle quienes son las corporaciones y que es lo que hacen, de persuadir esas voluntades indecisas y al porteño medio desorientado -por voluntad propia u operado por los medios hegemónicos. Si bien la concertación adecuada, hay que salir con un poco más de vigor. No vamos a dejar de lado nuestras convicciones, nunca. Pero es hora de que nuestro discurso cobre fuerza, poder, convencimiento a nivel retórico, temático y enunciativo.
Martín Ciraolo
Vacío. Vacío hasta cierto punto. ¿Vacío de qué? El discurso de campaña de Macri se encuentra vacío de política y pretende posicionarse como vacío de ideología, cuando si la tiene (y bien de derecha). ¿Cómo puede ser que el discurso de un político candidato a un cargo ejecutivo de una de las ciudadaes más importantes del país no hable de política? ¿Acaso el discurso de Filmus si lo tiene?
Si empezamos a urgar en el pasado, las elecciones del 2007 el PRO cambió la estrategia que había utilizado las elecciones anteriores en las que había perdido con Ibarra. Macri no habló, no dijo nada. Ganó las elecciones porteñas sin decir nada, igual que como lo haría Michetti dos años después en las legislativas. Dejó que hablaran los demás, y mucha gente compró. Esa gente que entra en el punto 13 del listado que elaboró Santiago Varela publicado hoy en página 12: "Los que dicen que están aburridos de ideologismos, intelectualismos, academisismos y otros ismos similares."
Refugiado en el corazón de la concentración de medios, allí donde por ejemplo, pocas horas atrás se intentó meter en la discusión a Miguel Del Sel (PRO) entre Bonfatti (Frente Progresista, Cívico y Social -Binner-) y Agustín Rossi (FPV) por la gobernación de Santa Fe. Ese lugar les es cómodo a estos tipos: se sienten protegidos; no se les preguntará cosas que no sepan o más bien no se les repreguntará. No obstante para el 2007 Mauri fue a debatir, pero la tenía más fácil. Más fácil porque él no era oficialismo y no tenía que avalar sus promesas futuras con esa "capacidad de gestión" que por el momento pregonaba.
Pero era su refugio. Hoy parece raro escuchar una versión indignada de Gus Sylvestre que habla de "manipulación política" de los dichos de Fito, cuando hace poco estaba sentado a la derecha de Marcelo Bonelli en "A dos Voces". Sin embargo el tipo se fue de ahí, y de repente su programa se transformó en un lugar más neutral y por sobre todas las cosas más creíble; de hecho el "primer debate" al que Mauricio no fue, se dio en la pantalla de América.
Esta vuelta también hubo debate. Las condiciones eran más claras, más limpias, más transparentes. Ir a debatir a la Universidad de Buenos Aires con todos los candidatos para confrontar allí todas las ideas. Y fueron todos, menos uno. ¿No influye en la gente que no se haya presentado? Parece que no.
Ahora sale en Telefé en línea con Filmus diciendo que van a debatir, que hay que hacer un sorteo para elegir el canal. Ver para creer. Si Macri no debatió en primera vuelta, menos lo va a hacer en la segunda. ¿Va a ser capaz de arriesgarse a confrontar contra un tipo más preparado? El debate que se hizo en TN entre los principales candidatos a gobernador de Santa Fé fue un claro ejemplo. Miguel del Sel, actor cómico devenido en político -¿no sería algo parecido, salvando las distancias, a la "estetización de la política" de Walter Benjamin?- quedó en off side extravagantemente luego de que Rossi lo apurara con datos certeros, sugiriéndole sobre el cierre que se informe y no solamente se aprenda las "tres o cuatro cositas que le dicen para que repita como un loro". Sin embargo, como ayer lo indicó un informe de 678, Rossi tuvo problemas técnicos y quedó un largo rato fuera de la contienda (quiero creer que no fue intencional).
Así y todo, Macri no va a debatir. No le coviene, nunca le convino. Porque tendría que enfrentarse con la realidad de que en 4 años manejó el tercer presupuesto del país. ¿Cómo puede ser que con la recaudación histórica que tuvo la ciudad no haya hecho nada con la "cosa pública"? La respuesta es que no solo no le interesa sino que quiere acabar con ella. Si no no se explica como habiendo prometido 10 km. de subte por año solo pudo llevar a cabo 450 metros. No se puede explicar como abandonó el proyecto del hospital de Lugano. No se entiende como inauguró 2 escuelas de las 20 que prometió construir. Pero es su forma de hacer política: la subejecución. Los medios hegemónicos lo protegen, lo inmunizan; no hablan del tema. Lo que extraña es que esa porción de gente que lo votó alegando su capacidad gestora de empresario siga justificando su inacción, su inoperancia, su falta de capacidad que se enmarcó en sus espaldas de empresario. O quizás si, porque negocios nunca dejó de hacer.
Quizás sea hora de darle vuelta al timón. De elevar el tono de voz. De salir a convencer a todo el mundo de quién es el capacitado. De conmover al otro, de movilizar. De venderle a ese electorado porteño las promesas de campaña de otra manera. De explicarle quienes son las corporaciones y que es lo que hacen, de persuadir esas voluntades indecisas y al porteño medio desorientado -por voluntad propia u operado por los medios hegemónicos. Si bien la concertación adecuada, hay que salir con un poco más de vigor. No vamos a dejar de lado nuestras convicciones, nunca. Pero es hora de que nuestro discurso cobre fuerza, poder, convencimiento a nivel retórico, temático y enunciativo.
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